A grandes voces


A grandes voces los Profetas 
anuncian la llegada de Cristo, 
que viene para redimimos con su gracia, 
pregonera de nuestra feliz salvación.

Así, al despuntar el alba, 
nuestros corazones se desbordan de alegría, 
porque ya suena esa voz gratísima, 
que es mensajera de gloria.

Éste fue el primer adviento 
que no tuvo por fin castigar al mundo, 
sino limpiar la herida, 
salvando lo que estaba perdido.

El segundo, sin embargo, 
nos avisa que Cristo ya está 
a la puerta para coronar a sus Santos 
y abrirles el Reino de los Cielos.

Junto con la promesa de una Luz eterna, 
se nos revela una estrella salvadora, 
cuyo brillo esplendoroso nos convoca 
a la herencia de la Patria del Cielo.

Suspiramos, Señor, por contemplarte, 
como Dios verdadero que eres, 
y que esa misma visión se eternice 
en un perenne cántico de alabanza, Amén.

Liturgia de las Horas

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