Postrado a tus pies



Postrado a tus pies benditos
aquí estoy, Dios de bondades,
entre estas dos soledades
del mar y el cielo infinitos.
Con sal en la borda escritos
fracasos de su poder,
vencida de tanto hacer
frente al mar y al oleaje,
ya va a rendir su viaje
la barquilla de Javier...


Te he confesado hasta el fin
con firmeza y sin rubor;
no puse nunca, Señor,
la luz bajo el celemín.
Me cercaron, con rigor,
angustias y sufrimientos.
Pero de mis desalientos
vencí, Señor, con ahínco.
Me diste cinco talentos
y te devuelvo otros cinco.


J.M. Pemán

Comentarios