70 AÑOS DE ORDENACIÓN SACERDOTAL.



Querido D. José Manuel;

Quiero felicitarle por sus  70 años de sacerdocio. Quiero felicitarle por su elección que le ha convertido durante estos años en un hombre feliz como transmiten sus ojos y felicitarle también por esas almas que ha protegido y cuidado durante tantos años. Viéndole a usted, he comprobado como la alegría de haber compartido con Dios su vida le acompaña en todos sus pasos y en todas sus acciones, que esa entrega de setenta años a Dios es un acierto de unos ojos que supieron y se atrevieron a cruzarse con los ojos de Dios.
Aunque no sea el día de su cumpleaños, el día de su ordenación es el día en que podríamos decir que nació por segunda vez, sí querido D. José Manuel, sabe que un día leí que el día en que  un hombre es  ordenado sacerdote, la Virgen María se coloca  a su derecha y su ángel guardián a su izquierda, ¡qué mayor honor para un hombre!
El sacerdocio es algo grandísimo, un don incomensurable. Tu corazón ha estado con Cristo y su Iglesia, a la que tanto amas,  y nada  ha enfriado tu afecto por el Señor, has tenido momentos de lucha, dudas y vacilaciones, pero siempre has buscado  a Cristo, de quién dices que es del único que te fías En el servicio humilde de Jesucristo has vivido su Humildad. Es Él quién  ha actuado en ti, quien te santifica.
Estos años de sacerdocio han sido una vida consagrada al Señor y a seguir sus obras. Una vida ejemplar, productiva que a su paso ha ido marcando huellas de amor, de aliento de esperanza…..para todos. Muchos son los que le estamos agradecidos por su testimonio de vida: niños, jóvenes, novios, matrimonios y los que tiene más juventud acumulada, los mayores, y sobre todo esos sacerdotes que han salido de la Parroquia y que han visto en usted, un ejemplo a seguir. ¡Gracias, D. José Manuel!
No quiero dejar de mencionar a dos personas que le han cuidado, le han mimado y han contribuido a que llegue hasta el día de hoy  y muchos más con esa atención tan meritoria.: sus queridas hermanas Ángeles y Rosario, también muchas gracias por haberlo cuidado con tanto cariño.
Vivir en medio del mundo
sin ambicionar sus planes
ser miembro de cada familia
sin pertenecer a ninguna,
compartir todos los sufrimientos
penetrar todos los secretos,
perdonar todas las ofensas,
Ir del hombre a Dios y
ofrecer a Él sus oraciones,
de Dios al hombre
para traer perdón y esperanza,
tener un corazón de fuego para la caridad
y un corazón de bronce para la castidad;
enseñar y perdonar, consolar, bendecir siempre,
Dios mío qué vida!
y esa es la tuya ¡oh sacerdote de Jesucristo!

Gracias una vez más D. José Manuel,  sé de antemano que el Señor, le tiene preparado un lugar para gozar de su presencia, que espero tarde mucho, que Él, le siga premiando con amor  tota su entrega generosa y que la Virgen de la Consolación, le siga guiando y protegiendo.
Con todo mi cariño, un abrazo


Antonio

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