La misericordia de Dios no tiene límite


Dios, en su infinita misericordia, nos quiere más allá de nuestra debilidad y sale  a buscarnos. Conoce nuestras caídas. Sabe bien nuestro pecado. Su misericordia no tiene límite. Nos acoge en nuestra debilidad. Siempre nos perdona. Aunque tantas veces huyamos de su amor cuando caemos. El paso del tiempo no elimina nuestra debilidad.
A veces veo el pecado como la imperfección que no me deja ser perfecto, puro, inmaculado. Creo sólo en mis fuerzas y me olvido de lo importante. Mi herida, mi caída, mi ruptura, es el camino para ser más niño y humilde. Para abajarme a los pies de Dios y suplicar desde ahí misericordia.
Me hace más misericordioso con los que también, como yo, tienen sus heridas. Más capaz para el perdón. Me hace más humilde y comprensivo con los otros. Y me permite comprender que mi herida es la puerta por la que entra Dios una y mil veces para sanar mi corazón.
Hoy quiero dar gracias por mi herida. Es muy pequeña, porque soy frágil. Para casi todos oculta. Aunque yo soy yo y recibo mi identidad, gracias  a ella. Y sé que Dios me ama en ella. En el lugar  de mi alma en el que está Jesús, en lo más hondo, ahí está mi herida. Mi herida de amor que me hace temblar pero que me ha  abierto a la vida.
Por ella Jesús entra siempre en mí, y también los demás. Y me ha ayudado tanto a conocerme y quererme como soy, a aceptarme débil, sin méritos. Mi herida me hace necesitar más a Jesús. Mi herida soy yo y no me entiendo sin ella. A veces vamos por la vida queriendo tapar nuestra herida. Nos gusta parecer perfectos, maduros, ya casi santos, seguros.
Hoy queremos entregarle a Jesús  nuestras heridas. Él las conoce. Sabe que son parte de nuestra vida. Sabe que son las señales que nos identifican. Saben  que a veces nos duelen y nos avergüenzan. Sabe que hemos deseado tantas veces no tenerlas. Pero quiere también que toquemos la suya. Y Él, eso seguro, tocará la nuestra.

Y hará que donde hay muerte brote vida. Y donde hay odio y rabia, brote amor y esperanza. El que ha recibido misericordia en su vida, sólo puede convertirse en instrumento de misericordia para otros. El que ha sido amado en su debilidad, sólo puede amar a los demás en su debilidad. El que se abre a Dio, se salva.

Antonio

Comentarios