REFLEXIONES A LOS CUARENTA Y CUATRO AÑOS DE MATRIMONIO.


Isabel y  yo hemos cumplido cuarenta y cuatro años de matrimonio, que entre otros muchos regalos, han sido bendecidos con seis hijos (tres hijos y tres nueras) y hasta  ahora con once majísimos nietos.

El que más ha sido agraciado  he sido yo, gracias sobre todo a  Isabel.

El amor entre esposos tiene el toque de lo divino, contiene el germen de la vida eterna.

Amar a alguien significa llamar bueno a alguien, ponerse cara a él y decirle: es bueno que existas, es bueno que estés a mi lado, es bueno que estés en el mundo siendo precisamente lo que eres.

Querer algo es desear un bien o algo  del cual carecemos, pero el amor personal es algo radicalmente distinto, pues es no querer algo sino a  alguien, para dar y darse generosamente sin reservarnos  nada, sin esperar nada  a cambio.

Ama verdaderamente quien es capaz de entregar su vida y ser feliz. El amor no forza la libertad de quien se da  así mismo para siempre.

Creemos que un claro ejemplo del amor conyugal de entrega plena y total, es que al extenderse a los hijos lo hace buscando su bien sin buscar compensaciones.

Quien ama lo hace son todo su ser comprometido, no es un querer hasta cierto punto o con condiciones pues se pone toda la voluntad en el amor; quien no es capaz de sufrir tampoco es capaz de amar, la herida del amor sana el mismo amor que la produce. Quien ama  se da  a conocer con un amor lúcido y transparente  que anda en verdad sin ocultar nada.

La apertura amorosa personal es dejarse ver tal cual se es al amado, es un otorgamiento, un darse confiadamente. El amor  no cansa pues no se cansa quién confía, no hay verdadero amor donde existe una sospecha..

El amor personal es fortaleza frente al abatimiento, es capacidad de humildad para salir al encuentro y volver a empezar una y mil veces. El sufrimiento no lo pueden ahogar nuestras miserias humanas, si queremos seguir queriendo porque el amor somos nosotros. El que ama tiene la capacidad de ser feliz, porque sale de uno mismo para hacer feliz a otro o a otros.

El amor personal es convertirse en un regalo, un Don de Dios. Doy gracias  a Dios y a su Madre por ese gran regalo que me ha hecho: Isabel.

 

 

 

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