La rosa es una planta conocida por la belleza de sus flores,
su aroma y sus colores. Pero las rosas también tienen espinas. Creo que la
encíclica Laudatio si, sobre el cuidado de la casa común del Papa Francisco, se
parece a una rosa también con sus espinas. Me explico.
Sin duda, la encíclica ha sido muy bien acogida de manera
general, tanto en el seno de la Iglesia como en la sociedad civil, incluyendo
medios de comunicación, comunidad científica, movimiento ecologista y líderes políticos.
En este sentido podemos decir que la encíclica es como una rosa: bella y
valiosa, sencilla, profunda, delicada y agradable. Con un lenguaje claro y
directo, que se entiende bien. Aunque yo creo que un poco larga.
Laudatio si, como toda rosa es un canto al Creador. Propone
una espiritualidad integral, desarrolla una teología de la creación,
llamada a la conversión ecológica,
invita a la sencillez de vida, valora
los gestos cotidianos, reconoce la fuerza transformadora de la educación,
reivindica el descanso dominical y los gestos sacramentales, anima a recrear la
cultura del cuidado. El riesgo puede ser en quedarnos ahí, en una lectura
ingenua, superficial bucólica de la encíclica y de la cuestión ecológica.
Pero como ya dije, las rosas como la encíclica, tienen
espinas. Desde el principio del texto, el papa Francisco subraya la íntima
relación entre los pobres y la fragilidad del planeta (LS 16), afirma que
debemos ”escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”(LS
49) y subraya que “no hay dos crisis separadas una ambiental y otra social,
sino una sola y compleja crisis socio-ambiental”(LS 39). Y ahí empiezan los
pinchazos incómodos de la encíclica, por
si alguien pensaba leerla desde nuestra comodidad, desde la comodidad europea
que de vez en cuando separa las basuras para reciclar los envases mientras
sigue consumiendo despreocupadamente. El Papa habla claro contra los
negacionistas científicos en el terreno del cambio climático, contra la
inoperancia de las cumbres políticas y contra los interese comerciales de la
gran industria, contra el paradigma tecnocrático y económico. La encíclica
reivindica, por mencionar un ejemplo, “el acceso al agua potable como un
derecho humano básico, fundamental y universal (LS30), a la vez que
critica “la tendencia a privatizar este
recurso escaso ”y, más en concreto, ”el control del agua por parte de grandes
empresas mundiales(LS 31) y hay muchos más casos concretos..
Como no podía ser de
otro modo estas espinas han provocado reacciones. Algunas. Incluso en ambientes
católicos, abiertamente críticas y cercanas a la descalificación ideológica de
la encíclica. Otras reacciones quizá más frecuentes en nuestro entorno, se
limitan a orillar los temas espinosos, rehuir las cuestiones conflictivas y
quedarse sólo con los aspectos más suaves, con la rosa sin espinas. Y otras posturas entran en un diálogo
constructivo, argumentado y respetuoso.
Necesitamos, una conversión ecológica, en el terreno
personal, comunitario, social y estructural. Aunque esto suponga molestias y
aguijones.
Antonio
Comentarios