NO EDUCAR EL MAYOR MAL QUE SE LE PUEDE HACER A UN HIJO.



Hace pocos días hablaba con un matrimonio, la madre decía que, que tiene un hijo que toda la vida ha hecho lo que ha querido. Ahora le ha dicho que se va  a vivir fuera de casa con su novia. Ella, la madre, está deprimida porque dice que eso es abandonarla y que eso no lo puede hacer un hijo. Preguntaba: ¿le puedo decir algo, o se puede hacer algo, para que el “niño” no se vaya?
Creo que lo que le pasa al hijo, no es que abandone a su madre, es que se ha enamorado y como ha hecho lo que le ha dado la gana siempre, pues  ahora lo sigue haciendo y se va  a vivir con su novia. Lo cual, le hace sufrir a la madre.
Con el hijo, actualmente, según mi opinión, se puede hacer poco, porque la decisión que ha tomado es una decisión emocional. Eso quiere decir, que no va  a cambiar de conducta por darle razones, o sea, por un razonamiento, sobre todo teniendo en cuenta que ha hecho toda la vida lo que le han pedido los sentidos, las emociones. Ello lleva consigo que no tiene educada la voluntad.
¿Cómo una persona sin fuerza de voluntad, va  a ir en contra de lo que le pide el cuerpo y, además hacerlo cuando se enamora? Es muy difícil.
Eso es un ejemplo más  de las consecuencias de no educar  a los hijos. Se está dando gusto a los hijos continuamente, con un gran complejo de inferioridad ante ellos , procurando que no se enfaden y luego esos pequeños disgustillos, que hemos intentado evitar por  no saber decirles que no a tiempo, los pagamos todos juntos y muchas veces sin remedio.
Para educar a una persona  hay que quererla, ser  coherente uno en vivir aquello en lo que quiere educar y ser constante y exigente.
Habrá muchas cosas que le digamos y que le exijamos en su proceso educativo que no les gusten, que les enfaden. Eso se entiende. Nadie  nace educado y ese proceso requiere exigencia y esfuerzo.
Hay que saber, que  no educar no sale gratis. Tiene sus consecuencias.
Además hemos condenado al niño a la infelicidad. Una persona no educada, es una persona que no puede ser feliz, no la hemos enseñado a querer. Una persona que sabe querer, está  haciendo feliz a las personas con las que convive, tiene capacidad para educar a sus hijos, para querer  a su marido, a su mujer, o sea, para comprometerse.
Una persona que no sabe querer, es fuente de sufrimientos para él y para los demás, porque sus compromisos son solo emocionales, mientras dura la emoción.
Como todos sabemos, eso no es comprometerse.
No será dueña de sus cariños, porque no tiene educada la voluntad, lo que quiere decir que cuando el sentimiento le falle, cosa que ocurrirá, no sabrá ir contra sentimiento.
Sus amores y compromisos serán solo emocionales.

Eduquemos a los hijos. No hacerlo es el mayor mal que se les puede hacer.

Antonio

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