Me gustan las personas sencillas. Viven a tu lado sin darse
importancia. No presumen de sus logros. No cuentan las hazañas de su vida. No
hacen nunca alardes de nada. Me gustan las personas que no se complican la
vida. No temen ni el dolor, ni la enfermedad, ni la pérdida, ni el fracaso.
Aquellos que saben romper su agenda cuando es necesario. Que entran y salen con
paz en el alma allí donde se encuentran.
Me gustan las personas que aman sin esperar ser amadas.
Sonríen sin buscar sonrisas. Sueñan sin pretender ser soñadas. Las que dan sin
esperar recompensa, sin esperar nada a cambio.
Me gustan las personas de corazón sencillo, mirada noble, luz
en el alma. Hacen de la vida una fiesta, del fracaso un camino, de la soledad y
el dolor un motivo de esperanza. Ríen de buena gana con las bromas sencillas. Lloran si hay que llorar y
callan si no hay que hablar.
Me gustan esos hombres
que lo han leído todo, pero no por ello te hacen ver cuánto saben. Me gustan
porque quieren escuchar tus historias. Y te piden que les cuentes algo. Aunque
ellos tengan mil historias guardadas en
el alma.
Me gusta la vida sencilla de las personas sencillas. No
sueñan con esquelas donde ser recordadas. No escriben una memoria de todo lo
que hicieron. No llenan páginas con todos sus títulos y logros.
En la sección de amor
llenaron tantos libros. Allí, paso a
paso, amaron, fueron amados, en silencio, sin dar explicaciones, sin creerse
los mejores. Sin tener pretensiones. Sin darse nunca importancia. Siempre escuchan.
Siempre aprenden.
Y yo que me complico con la vida. Y exijo. Y me quejo. Y
espero. Y me cuesta aprender. Y cuando no coinciden mis sueños con la vida, comienzan mis desvelos,
mis quejas mis molestias.
Los sencillos saben vivir, que es lo que importa al final d
la vida. Y amar y servir. Y darlo todo, con pasión, sin guardar nada.
Todo lo demás, al fin y al cabo, sólo es papel mojado. Pasa,
se lo lleva el río. Y al llegar al mar apenas distinguimos sus aguas de esas
aguas que acogen tanta vida. Y se confunde todo. Y todo encuentra al fin, al
caer la tarde, su último sentido. Me gustan,
es verdad, las personas sencillas.
Antonio
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