Cuando la tristeza nos domina solemos caer en el desencanto
por las cosas sencillas. Nos cuesta “remontar el vuelo” cuando se trata de
aceptar la derrota sufrida, o ese desengaño de aquel en quien confiábamos. Si
se nos pide que pongamos buena cara, o que vivamos con aceptación el varapalo
correspondiente, solemos enfurecernos más, encerrándonos en nosotros mismos y
en ese mecanicismo cerrado de la autocompasión con nuestra propia miseria..
¿Cómo empezar de nuevo? Recuperando el encanto por la
sencillez que antes habíamos despreciado. No es ningún manual de “autoayuda” lo
que necesitamos, sino una mirada de comprensión hacia nuestro interior.
Aprender a quererse, a aceptarse, no es ninguna forma de egoísmo. El mismo
Señor nos dice que hemos de amar a los demás como a nosotros mismos. Esa es la
sencillez de la vida, reconocerse como uno es, en lo bueno y en lo malo, en la
tristeza y en la alegría, en la victoria y en la derrota. Siempre contaremos
con la mano amiga de Dios que, además de no abandonarnos, recomenzará con
nosotros… una y otra vez, una y otra vez…Dios no se cansa de empezar, “sólo”
nos ama tal y como somos.
Antonio
Comentarios