En el Instrumento de trabajo para el Sínodo de las Familia,
se nos ha ofrecido una visión muy
interesante de cómo se siente en la Iglesia la problemática de la familia.
Llama la atención que, en medio de las dificultades por las
que hoy pasan el matrimonio y la familia, se constata, sin embargo, un gran
deseo de familia, especialmente entre los jóvenes. Es natural, porque la
familia es algo accidental en la existencia humana. En ella se juega la
vitalidad de la fuerza del amor capaz de sostener la vida. Sin ella, la vida
estaría dominada por los intereses y por el miedo, más que por la bondad y
belleza de vivir juntos y por la alegría que la sola presencia del otro puede
suscitar. El individualismo y el materialismo que impregnan tan ampliamente las condiciones de la vida
actual, dañan al matrimonio y a la familia, pero no son capaces de erradicar su
deseo de los corazones.
Los desafíos que se plantean a la Iglesia y a la sociedad en
este campo son numerosos. Está en juego, la felicidad de mucha gente y la
justicia entre generaciones. De ahí la demanda de más formación sobre lo que
significa el matrimonio y la familia.
Las catequesis sobre el matrimonio y la familia hoy no se
puede limitar solamente a la preparación de la pareja para el matrimonio, es
necesaria una dinámica de acompañamiento vinculado a la experiencia que,
mediante testigos, muestre la belleza de
lo que nos transmite el Evangelio y los documentos del magisterio de la Iglesia
sobre la familia. Mucho antes de que se presenten para el matrimonio, los
jóvenes necesitan que se les ayude a conocer lo que la Iglesia enseña y por qué
lo enseña.
Pero la formación no sólo es necesaria para que los jóvenes
puedan encauzar bien su deseo de familia. También es muy necesaria para que los
sacerdotes y los demás encargados de la transmisión de la fe puedan acompañar
bien a jóvenes y mayores, hay bastante déficit en este campo, poco se dice en las homilías o en los
programas catequéticos y formativos de lo que se trata en los Evangelios sobre
este tema. O se enfocan mal por falta de conocimientos claros acerca de la
sexualidad en la identidad de la persona; acerca de la verdad sobre el amor
conyugal; acerca de la naturaleza personal del ser humano y del significado
personal de la convocatoria de un nuevo ser humano a la existencia. Una de las claves fundamentales para
responder a los desafíos actuales sobre el matrimonio y la familia se halla en
la formación de los formadores y de los jóvenes. De hecho, donde la formación y
la vida cristiana son buenas, el Evangelio de de la familia es conocido y
vivido con gozo, en incluso con entusiasmo.
Es necesario entender bien la situación del hombre
contemporáneo en sus diversos contextos geográficos y naturales.
El motivo de tanta resistencia a las enseñanzas de la Iglesia
acerca de la moral familiar es la falta de una auténtica experiencia cristiana,
de un encuentro personal y comunitario con Cristo que ninguna presentación
de una doctrina puede sustituir.
Vivir de verdad el amor no es barato, no se consigue
fácilmente; sin el esfuerzo de la formación, sin los sacrificios de la fidelidad y sin el coraje de la resistencia a los tópicos. Pero la experiencia de los
testigos muestra que vale la pena hacer
realidad los deseos más hondos del corazón humano.
Urge, anunciar la belleza del amor familiar, la belleza de la
fe, que no es refugio para gente
pusilánime, sino que ensancha la vida.
Comentarios