Muchos van a Misa con la expectativa de sacar mucho provecho
de ella, pero lo que se obtiene en la Misa depende de qué tipo de cambio se
está dispuesto a hacer, antes, durante
después de la celebración, porque lo que se pone en la Misa determina lo que se
obtiene de ella.
Algunas sugerencias:
1 Prepárate adecuadamente para la Misa
Lee las lecturas antes de ir a Misa, y escucha con atención
cuando se proclame la Palabra.
Confiésate regularmente. Esto te ayudará a prepararte espiritualmente.
Vístete de manera apropiada. Vas a encontrar al Rey de Reyes.
Llega a tiempo y
procura sentarte delante. Menos distracciones y más tiempo para la oración
antes de la misa.
Una vez en la Iglesia, no hables y no mires tanto a las
personas. Reza.
2 Ten una actitud adecuada
No esperes algo entretenido. Estás en la Misa para ofrecer a
Dios adoración y recibir la gracia. Para
eso tienes que buscarlo en cada momento de la Misa.
No te distraigas y encuentra en la predicación una
información que te sirva y llévala a casa. ¿Estás dispuesto a la posibilidad de
que Dios te cambie? Si no lo estás, no cambiará.
3 Participa plenamente
Responde a las
plegarias y reza con ganas y si puedes canta.
Recuerda que en la Misa no es momento para las relaciones
sociales.
Ofrece a Dios tu dolor
y tu sufrimiento, tu alegría y tus oraciones.
4 Conoce, comprende y proclama tu fe
No te limites a recitar el credo, proclámalo.
Ayuda a la Iglesia en su sostenimiento y piensa lo que se
podría hacer si todos ayudasen.
5 Cuando recibes a Jesús en la Eucaristía, entiende lo que
estás haciendo.
Estás asumiendo el Cuerpo, la Sangre, el alma y la divinidad
de Dios.
Comprende que Él está en todos los que le hayan recibido.
Habla a los demás de Él
Tienes ahora el poder de evangelizar (compartir la Buena
Noticia de Cristo) que es el motivo por el que existe la Iglesia.
Antonio
Antonio
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