GUARDAR LAS COSAS BONITAS DE LA VIDA.




Hay personas que son capaces de guardar las cosas bonitas de la vida. Luego tienen la facilidad para olvidar lo malo rápidamente. Hay personas que saben guardar a otras en su corazón. Y allí descansan protegidos y cuidados. No hay un lugar en el mundo más hermoso  que el corazón de un hombre  noble lleno de Dios. ¿A quién guardo yo en el corazón como un tesoro? ¿Veo la luz en mi vida y me olvido rápidamente de lo malo? Hay personas que guardamos en el alma y por ese tesoro estamos dispuestos a venderlo todo. Jesús nos guarda en su corazón herido. Hay personas, todos queremos estar cerca de ellas, que guardan la parte positiva de todo, incluso la parte bella de algo difícil. Es casi imposible lograrlo, pero ellos tienen ese don.  Convierten lo duro de la vida en un camino que le lleva al corazón de Dios y al corazón de los otros.  Hay otros, por el contrario, que guardan lo malo e incluso dentro de las cosas bonitas guardan la parte fea, la queja, lo que falta, la nostalgia, lo que aún no poseen. Se amargan y amargan  ¿Cómo soy yo? Para guardar hay que aprender antes a vivir la vida a fondo y con pasión. Si no lo hacemos así, las cosas pasan y no calan, no dejan huella en el alma. Así nos pasa a veces con tantas experiencias religiosas  bonitas, con tantos encuentros en los que pensamos que tocamos a Dios. Luego todo se olvida y la vida sigue igual. Tenemos que aprender a disfrutar de los momentos de la vida que Dios nos regala. Como me decía una persona:” Le pedí a Dios cosas para disfrutar de la vida. Él me dio vida para que disfrutara de todas las cosas” Para vivir la vida tenemos que implicarnos. Mirar. Escuchar. Meternos a fondo en ese momento del camino. Vivirlo con intensidad. Disfrutarlo. Si es mar, si es montaña, si es noche, si es desierto, si es espera o soledad, si es dolor o alegría, si es inicio de algo o momento de cambio. Y también degustar en el corazón lo sucedido y agradecer. Meditarlo. Pensar qué ha significado para mí ese momento. ¿Dónde estaba Dios  ahí? ¿Qué me ha querido decir Dios con lo que me ha ocurrido? Tenemos que aprender a mirar con profundidad. Mirar como miraba Jesús. A veces no vemos nada, es verdad, sólo guardamos y ya llegará el momento en que encajarán las cosas y me daré cuenta de cómo ese paso fue importante en mi camino. ¡Cuántas veces no vemos nada más que el hoy! Eso les pasaba a los apóstoles aquella noche, que sólo veían que Jesús se iba y su dolor y su miedo a perderlo. Jesús les habla. Les pide que guarden, les pide que esperen, que confíen, que aguarden a su Espíritu, que crean. Ellos no lo comprenden, pero cada uno guardará esa noche en el corazón sus palabras. Las guardará sin entender demasiado. Guardará algo único. Y esa palabra guardada, en algún momento se hará vida y cambiará su corazón. A nosotros nos pasa lo mismo. ¡Cuántas veces nos dicen cosas, escuchamos un Evangelio, vivimos una experiencia y no sucede nada especial! Es como si no hubiera ocurrido. Pero, de repente, esa misma palabra oída mil veces, nos impresiona y se hace vida.  Y nos cambia. Y vibramos por lo que estamos viviendo. ¿Qué palabra son esas?. Tiene  que ver con se lenguaje misterioso y personal que se da con Dios. Tienen que ver con lo que soy en lo más profundo.

Antonio

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