Vienen a mi corazón rostros concretos de personas que han
pasado por mi vida y que quizás no cuidé como debiera.
Pienso en mi adolescencia tantas veces altiva, en mi egoísmo,
para guardarme mi tiempo, en algunas palabras duras como he escrito o
pronunciado, en los momentos de ira que no supe contener…y con todo ello,
pienso también en esas personas a las que pude alejar de mi vida, en aquellas a
las que no ayudé como quizás esperaban de mi, y sobre todo, en quienes no supe
llevar hacia Dios.
No pretendo flagelarme públicamente. No, no es eso. Eterna es
la misericordia de Dios que me perdona
siempre y grande es su Gracia que poco a poco me moldea. Hoy sólo quiero
pedir perdón, si en su día no lo hice, a todos aquellos que alguna vez
sufrieron una herida por mi causa, a aquellos a quienes no amé, a aquellos con
quienes fui inflexible, a aquellos con quienes me mostré indiferente. Y pedir a
Dios, ingeniero de misteriosos caminos, que trace nuevas sendas para aquellos a
los que yo no guié. Pues, no alberga mi corazón mayor deseo, para todas las
personas que he conocido y conozco, que su salvación y la mía propia, para vivir
un día juntos en la Jerusalén celeste.
Quiero pensar que no importa el tiempo que haya pasado, que
el Señor hace nuevas todas las cosas. Que pedir perdón, que perdonar, es tan
bello, como decir te amo, y pocas cosas tan maravillosas puede llegar a hacer el
hombre. Este amor es nuestro, inicio, camino y meta. A nada tan hermoso se
puede aspirar hoy como hacer presente este amor de Dios. Por todo ello, os
invito a rezar conmigo por los propios fantasma si los hubiere. A pedir perdón
desde el corazón, por lo que creáis que tenéis que hacerlo. Esta revolución del
perdón y del amor, es nuestra vocación como cristianos. A fin de cuentas, si
los santos la realizaron en sus vidas, ¿por qué no tú y yo? Poderoso es Dios para ayudarnos a
que así sea.
Nunca es tarde para decir lo siento, ni para decir “te
quiero”. Ayer pasó, mañana todavía no existe. Mejor hacerlo hoy.
Antonio
Comentarios