Esta
pintura de Rembrant de su período de juventud, hacia 1626, recoge un episodio
del Libro de los Números (22, 21-36), cuando el adivino Balaam, hijo de Beor,
es llamado por Balac, rey de Moab; pues en esta región habían acampado los
israelitas a la salida de Egipto, e insta al mago a realizar una maldición para
Israel : “ maldice de mi parte a este
pueblo pues es más poderoso que yo”; sin embargo Dios protege a su pueblo y envía a un ángel a Balaam.
A pesar
de que es una obra de juventud, se aprecia en la composición su gran dominio de
la técnica, de la luz, de cómo domina la representación de los ropajes y como
dota de movimiento a las figuras.
Desde
el punto de vista iconográfico introduce distintas consideraciones para identificar
la escena; pues en el texto se dice: “aparejó
su burra y se fue con los jefes de Moab” y “cuando la burra vió al ángel del
señor se tumbó con Balaam encima” ; el animal se arrodilla ante el enviado
de Dios. Esta actitud hace que Balaam casi caida y con una vara intenta
reconducirla y levantarla : “mientras el
enfurecido le pegaba con su vara”.
Frente
a esta vara, el ángel porta una espada : “la
burra al ver al ángel del Señor plantado en el camino, con la espada
desenvainada en la mano”.
El pintor acentua el contraste de los dos personajes, pintando al ángel de blanco, en oposición a la riqueza de la vestimenta de Balaam.
El pintor acentua el contraste de los dos personajes, pintando al ángel de blanco, en oposición a la riqueza de la vestimenta de Balaam.
Detrás
para completar la composición, hay dos figuras, dignatarios de Moab, que ven el
episodio pero de un modo tranquilo, no hay agitación, como tampoco lo están sus
cabalgaduras, aunque si logran con su presencia una mayor profundidad en la
composición.
Es un
episodio poco conocido del Antiguo Testamento, pero si se representó desde los
primeros momentos en las pinturas de las catacumbas, pues manifiesta la
protección de Dios por su pueblo. En la Edad Media, se representará a Balaam
con su burra, acompañando a profetas y recordando también a través de la figura
de la estrella su profecía sobre el nacimiento de Cristo y la adoración de los
Magos: “ una estrella sale de Jacob, un
cetro surge de Israel”. Numeros 24, 17
Fuente: Magnificat Julio 2011
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