Con lo que está cayendo, por un lado y por otro, podemos
estar tentados a dejarnos contagiar de
un pesimismo letal, que nos priva de la alegría de vivir. Y esto está
ocurriendo en bastantes sectores de la sociedad. Este pesimismo nos puede
inducir a la tristeza, a la depresión, al recurso a medios artificiales para
tranquilizar los ánimos. Realmente puede afectarnos gravemente esta epidemia si
no nos defendemos.
El Papa Francisco no cesa de llamarnos a ver el mundo, y por tanto a las personas, con ojos de misericordia. Afirma él que no debemos ser profetas de catástrofes, ni poner cara de malos amigos, ni gestos “avinagrados” La vida es bella, a pesar de los borrones que le echamos encima. “Si lloras porque se ha puesto el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”
Acabamos de empezar en la Iglesia un tiempo precioso: el
Adviento. Tiempo de esperanza, de alegría por lo que está por venir. Y ya
estamos encendiendo las luces de la ilusión y de la gracia de Dios. Aunque
somos realistas y no se puede dejar de ver lo negativo de la vida, pero hay que
levantar el corazón para alcanzar las cumbres donde todo se ve con mayor
perspectiva.
Muchos se preguntarán ¿de verdad que tenemos motivos para el
optimismo? ¿Os aseguro que sí! Pensar un poco y darnos cuenta de la suerte que
tenemos al haber nacido en la parte del mundo en la que hemos nacido. Se puede
ser optimista porque vivimos en una sociedad en la que los avances científicos
nos permiten luchar contra las enfermedades, alargar nuestras expectativas de
vida, mejorar la calidad de vida, en definitiva vivir más y mejor.
Se puede ser optimista porque abrimos un grifo y sale agua
corriente, porque damos al interruptor y tenemos luz eléctrica, porque cada día
descubrimos algo que mejora nuestro día a día.
¿De verdad no encuentras ninguna razón para el optimismo en
tu vida? Hay que ser realista y ver la vida con objetividad, con sus cosas
buenas y sus cosas malas. Hay que buscar razones diarias para el optimismo,
incluso en esta etapa que vivimos. Se ha incrementado el altruismo, somos más
solidarios, más creativos, más innovadores, intentamos afianzar más los lazos
familiares y los de la amistad, valoramos más
la naturaleza, aunque todavía queda mucho. ¿no te parece que tenemos
razones para el optimismo?
Cuando hayas encontrado la tuyas te animo a compartirlas,
para que entre todos encontremos la forma de afrontar la vida con optimismo.
¿Qué te parece si nos proponemos tú y yo a sonreír más estos
días, a poner buena cara, a decir palabras
amables, a dar gracias a Dios por
todo lo que nos regala? Es posible que todos tengamos más motivos para vivir en
paz.
Antonio.
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