AQUÍ ESTOY SEÑOR.


Samuel en el Antiguo Testamento, por tres veces, se levanta en medio de la noche porque cree oír a alguien que le llama. Después de acudir a su maestro Elí, este le indica que cuando vuelva a oír esa voz responda: “Aquí estoy, Señor, porque me has llamado.

¿Cuántas veces a lo largo de tu vida, te habrá llamado el Señor? Puedes decir que no te has encontrado con ningún Ángel de Dios, que, agarrándote de la solapa, o increpándote con violencia, te haya exigido una conversión sincera de corazón. Dios, sin embargo, utiliza la normalidad de tu vida cotidiana para levantarte en medio de esa noche que, a veces, encuentras en tu alma, y poner en juego tu libertad. Ese amigo, ese sacerdote, esa persona consagrada, una conversación en el trabajo, el vecino inoportuno que pide un minuto de su tiempo, la enfermedad que te preocupa, ese problema económico… todos esos son “despertadores” que el Señor utiliza para que espabiles tu pereza interior, y salgas a su encuentro con tu entrega generosa a las almas. En cada una de esas circunstancias ordinarias has de estar disponible a lo que Dios quiera en ese momento, has de poder responder, como Samuel: ¡aquí estoy, Señor!

Antonio

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