Mañana hace una semana



Si, hace una semana, de la salida fin de curso del GMP; como pasan los días !!!!

Afortunadamente tuvimos un día de sol, temperatura agradable y sobre todo buena compañía. 
Comenzamos la visita en la Villa de Bonilla de la Sierra, en tierras abulenses, que ciertamente nos deparó una visita singular, ya que aunque de pequeño tamaño,cuenta con algunos lienzos de muralla; por uno de los cuales atravesamos su puerta de entrada. Caminamos por calle empedrada hasta su plaza , donde nos encontramos con su monumental iglesia, exenta, atrayendo hacia ella todas nuestras miradas. En su interior, fresco y acogedor visualizamos un vídeo, que nos contó la historia de esta villa de Obispos. Luego, al acabar comenzamos la vista guiada de Carlos, que con sus doce años, nos ilustró sobre altares, imágenes y chascarrillos, que demostraban que conocía sin duda mucho más que alguno de sus mayores, la singularidad de la iglesia de su pueblo.
En el exterior también nos narró historia del palacio de Juan II, y alguna que otra aventura de sus habitantes; finalizamos en el pozo de la villa, donde cuenta la tradición , que tiene tantdos escalones como frases tiene El Credo. Aquí ovación y despedida, a este chaval que nos acompañó y nos hizo grata la visita.


Continuamos, hasta la cercana población de Piedrahita, donde ya por lo tardío de la hora, solo pudimos contemplar su plaza porticada, donde lugareños, charlaban y alternaban a la sombra de pórticos y árboles, en un día claro de sol en el valle del Corneja.

Vuelta hacia Villatoro, y rápidamente hacía el lugar de la comida.....; algunos de los niños pequeños, cantaban sus deseos de comida...(y seguro que los mayores también llevábamos en nuestra mente esa cantinela, que los más infantes cantaban con sana alegría....). 
El lugar elegido fue un antiguo vivero de Icona, hoy convertido en pastizal, pero con sombra abundante; aparcamos y de forma sorprendente, en menos que canta un gallo; mesas, manteles, viandas, y bebidas se pusieron a disposición de todos nosotros. De los manjares que allí disfrutamos no podemos contar nada más ya que el recuerdo que nos ha quedado para toda nuestra vida, como si se tratarán de la bodas de Camacho en el Quijote: irrepetible festín.
Luego que decir, charla, siesta, paz, tranquilidad; sintiendo el sol y el aire tranquilo de esta sierra donde nos encontrábamos.
Nuestra misa a las 6:30 en la iglesia de Villatoro, nos condujo de nuevo a la villa, y allí celebramos como es costumbre, dando Gracias a Dios, por este día de convivencia, de naturaleza y de amistad en grupo.
La celebración intima, nosotros y alguna persona del pueblo, como Felisa, siempre presta a colaborar con nosotros en nuestras visitas a la villa; y también a Jose Maria, que finalmente nos narró un esbozo de la historia del pueblo y de la iglesia que también él conoce.

Fin, vuelta para Madrid; con la felicidad de haber disfrutado de un día completo.

Manuel



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