Reflexión: Verdadera Alegría



LA  VERDADERA  ALEGRÍA.

¿Podemos imaginarnos a Cristo triste? Claro que no. Si hasta los niños deseaban estar con Él, es evidente que tendría un atractivo humano fuera de lo común. Su alegría sería sana, contagiosa e invitaría a tomar decisiones  que llenarían los corazones de un entusiasmo más allá de cualquier consuelo humano.
.La alegría cuando viene de Dios, busca darse con generosidad para que otros participen de ese mismo gozo. No se trata de la alegría fácil, de la carcajada hueca y vacía, de buscar una distracción placentera que nos haga olvidar lo mal que lo pasamos. ‘No!. Eso, muchas veces, sólo es una evasión del problema que, pasado el momento de distracción, queda aún sin resolver. La alegría cristiana no se cansa de aceptar y abrazar todas esas adversidades y fatigas que nos “regala” el día para transformarlos en  donación para Dios. Es un ofrecimiento permanente de lo que somos, tenemos y nos pasa, con la seguridad de que ya Cristo ha llevado todo eso sobre sus hombros, mucho antes de llevarlo nosotros. Lo que te pasa ya lo redimió Cristo, para que pudiésemos devolverlo convertido en amor verdadero. No es un amor para salir del paso, sino la verdadera caridad cristiana, que nos hace reconocer hasta que punto Dios ha dado la vida por nosotros.
La alegría para el cristiano, no tiene que ver nada con la satisfacción del que se encuentra a gusto sin más. Es la certeza de sentirse querido, la certeza de un amor que ninguna criatura humana es capaz de darnos, si no es en el amor de Dios.
Antonio

Comentarios