Reflexión: Cultivar la Gratitud


 
CULTIVAR LA GRATITUD.
El afán desmedido y desordenado de tener cosas y las mejores cosas, suelen acompañar otras ambiciones: tener buena opinión ante los demás, no perder cargos y títulos, aparentar, ser valorado y reconocido, influir, creerse imprescindible, estar informado de chismes y curiosidades, tener siempre la última palabra y el mejor criterio.

 La ambición de poseer se alía fácilmente con el afán de poder  y de ahí nace esa mentalidad tan utilitarista y pragmática que es capaz de servirse de las personas como peones d ajedrez. ¿ De qué te  sirve ganar todo el mundo si pierdes tu alma?.
La gratuidad habla mucho de Dios. No es injusta y boba ingenuidad sino una generosidad magnánima, que, si quiere ser verdadera y constante, requiere de un ánimo fuerte y prudente. Sé generoso con tu tiempo, con tus cualidades, con tu simpatía, con tus bienes, con tus favores, al escuchar, al cumplir tus deberes laborales y familiares. No te limites a cumplir los mínimos de cortesía. Cultiva  a tu alrededor, la gratuidad, sabiendo que tendrás que poner muchas veces a disposición de otros tus dos mejillas, tu túnica y tus sandalias. Tú ganarás mucho en desprendimiento y libertad interior, y los demás estarán recibiendo, a través tuya, un poco de Dios. Pero, por encima de todo y de todos, hay que tener corazón generoso y gratuito con Dios. Con Él no seas un frio y cumplidor contable.¿ Qué tiene que no hayas recibido de Él? Mira cuanta salvación te trajo aquel  generoso sí de María, que no hubiera existido jamás si nuestra Madre se hubiera detenido  a explicarle al ángel todas sus pegas, sus intereses, sus planes de vida y hasta que podrían pensar de ella todas sus vecinas.
Antonio

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