NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

NATIVIDAD DE LA VIRGEN. GIOTTO

La Iglesia nos invita hoy a celebrar el nacimiento de la Virgen María, con estas palabras: "Celebremos con jubilo el nacimiento de la Sma. Virgen María, de la cual nació Cristo, nuestro Dios y Salvador".

No hay, en efecto, mejor manera de festejar a María que postrarse ante su Hijo. Y la razón de ello es que el Hijo de María, sin dejar de ser Verdadero Hombre, es a la vez, el Hijo del Eterno Padre, y por tanto, Dios de Dios, Luz de Luz. Los que no contemplan así al Hijo de María, no pueden captar los tesoros de gracia y de amor que se encierran en esta fiesta mariana.

El nacimiento de María anuncia al mundo la dicha de la llegada del Redentor de todos y cada uno de nosotros. Pues así como el sol no sólo ilumina toda la tierra, sino también a cada uno de sus moradores, así la luz de la redención se anticipa a iluminar a la Virgen, que nació para hacer reverberar sobre el mundo las bendiciones de su redención anticipada, en cuanto "Madre del Redentor" e Intercesora y Medianera de todas las gracias.

¡Qué atmósfera tan sobrenatural de paz y de luz, de gracia y bendición envuelve esta gloriosa festividad del nacimiento de María! Realmente Ella es para los hijos e hijas de Adán, la Aurora de nuestra redención y de nuestra elevación al plano sobrenatural. La alegría se desborda en el alma cristiana que vislumbra, a través de la fe, la gloria del Señor en el nacimiento de la Virgen, y los beneficios innumerables que recibimos sin cesar de la Virgen Madre de Dios.

¿Cómo nos habríamos comportado, si hubiésemos podido escoger la madre nuestra? Pienso que hubiésemos elegido a la que tenemos, llenándola de todas las gracias. Eso hizo Cristo: siendo Omnipotente, Sapientísimo y el mismo Amor, su poder realizó todo su querer. Los teólogos han formulado con frecuencia un argumento semejante. Dicen: convenía, Dios podía hacerlo, luego lo hizo. Es la explicación más clara de por qué el Señor concedió a su Madre, desde el primer instante de su inmaculada concepción, todos los privilegios. (Beato Josemaría Escrivá)

Cantemos pues con la Iglesia: "Celebremos con alegría la natividad de la Bienaventurada Virgen María, para que ella interceda por nosotros ante Jesucristo, el Señor".

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