VIERNES DE DOLORES

El Viernes de Dolores es el viernes anterior al Domingo de Ramos, comprendido dentro de la última semana de la Cuaresma, conocida por la Iglesia como Semana de Pasión. En algunas regiones es considerado como el inicio de la Semana Santa o Semana Mayor, al iniciarse en éste las procesiones.
Los católicos manifiestan su fervor religioso en la celebración de los Dolores de Nuestra Señora, incluyendo por ejemplo en la liturgia de la Misa la secuencia del Stabat Mater.

En algunos lugares se le denomina Viernes de Concilio, el cual es tomado como día de ayuno y abstinencia, quedando proscrito el consumo de carnes.

Esta antigua celebración mariana tuvo mucho arraigo en toda Europa y América, y aún hoy muchas de las devociones de la Santísima Virgen del tiempo de Semana Santa, tienen su día festivo o principal durante el Viernes de Dolores, que conmemora los sufrimientos de la Madre de Cristo durante la Semana Santa.

El Concilio Vaticano II consideró, dentro de las diversas modificaciones al calendario litúrgico, suprimir las fiestas consideradas "duplicadas", esto es, que se celebren dos veces en un mismo año; por ello la fiesta primigenia de los Dolores de Nuestra Señora el viernes antes del Domingo de Ramos fue suprimida, siendo reemplazada por la moderna fiesta de Nuestra Señora de los Dolores el 15 de septiembre.
A pesar de ello, la Santa Sede contempla que, en los lugares donde se halle fervorosamente fecunda la devoción a los Dolores de María, este día puede celebrarse sin ningún inconveniente con todas las prerrogativas que le son propias.


Stabat Mater (en latín Estaba la Madre) es una secuencia católica del siglo XIII atribuida a Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi. Esta plegaria que comienza con las palabras Stabat Mater dolorosa (estaba la Madre sufriendo) medita sobre el sufrimiento de María, la madre de Jesús, durante la crucifixión.

Es una de las composiciones literarias a la que más se le ha puesto música; cerca de 200 artistas diferentes. Múltiples compositores de distintas épocas, géneros, estilos y visión musical han compuesto por este texto medieval.

En las artes plásticas, el llamado «Stabat Mater» es un tema cristiano que representa a María, madre de Jesús, durante la crucifixión de su hijo. En este tipo de representaciones, María se encuentra de pie, a la derecha de Jesús (es decir, a la izquierda del cuadro), mientras que Juan el Apóstol, también de pie, se representa a la izquierda del crucificado








1.- Estaba la Madre dolorosa
junto a la Cruz, llorosa,
en que pendía su Hijo.
Su alma gimiente,
contristada y doliente
atravesó la espada.
          2.¡Oh cuán triste y afligida
          estuvo aquella bendita
          Madre del Unigénito!.
          Languidecía y se dolía
          la piadosa Madre que veía
          las penas de su excelso Hijo.
          3¿Qué hombre no lloraría
          si a la Madre de Cristo viera
          en tanto suplicio?
          ¿Quién no se entristecería
          a la Madre contemplando
          con su doliente Hijo?
          4.Por los pecados de su gente
          vio a Jesús en los tormentos
          y doblegado por los azotes.
          Vio a su dulce Hijo
          muriendo desolado
          al entregar su espíritu.
          5.Ea, Madre, fuente de amor,
          hazme sentir tu dolor,
          contigo quiero llorar.
          Haz que mi corazón arda
          en el amor de mi Dios
          y en cumplir su voluntad.
         6.Santa Madre, yo te ruego
         que me traspases las llagas
         del Crucificado en el corazón.
         De tu Hijo malherido
         que por mí tanto sufrió
         reparte conmigo las penas.
        7.Déjame llorar contigo
         condolerme por tu Hijo
         mientras yo esté vivo.
         Junto a la Cruz contigo estar
         y contigo asociarme
         en el llanto es mi deseo.
         8. Virgen de Vírgenes preclara
         no te amargues ya conmigo,
         déjame llorar contigo.
         Haz que llore la muerte de Cristo,
         hazme socio de su pasión,
         haz que me quede con sus llagas.
         9. Haz que me hieran sus llagas,
         haz que con la Cruz me embriague,
         y con la Sangre de tu Hijo.
         Para que no me queme en las llamas,
         defiéndeme tú, Virgen santa,
         en el día del juicio.
         10.Cuando, Cristo, haya de irme,
          concédeme que tu Madre me guíe
          a la palma de la victoria.
          Y cuando mi cuerpo muera,
          haz que a mi alma se conceda
          del Paraíso la gloria.
         Amén.


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