SER CRISTIANO NO ES UNA CARGA SINO UN DON



Ser cristiano no es una carga sino un don – un don que se vive en amistad con Jesús y con los demás amigos de Jesús. Por eso, cuando Cristo comienza su misión publica, decide no trabajar a solas e invita a otros a que se asocien con el. Antes de formarlos en discípulos y antes de confiarlos una misión, les invita a hacerse amigos suyos. Y Jesús hace amigos desinteresadamente. Invita a ricos como fue Nicodemo o Zaqueo; y a la vez invita a personas muy humildes – pescadores. No le interesa lo que tienen o lo que no tienen. A los pescadores, les exige que dejen sus redes; de hecho, nos exige a todos que dejemos todo para seguirle.

Vivimos tiempos difíciles – donde un cristianismo vivido a medias no va a convencer a nadie. Para que seamos misioneros eficaces, hace falta que seamos discípulos convencidos y coherentes. Nuestra misión es la misma de los primeros años del cristianismo: anunciar a Jesucristo con fe y confianza para que El sea conocido y amado – y para que así nuestro pueblo tenga vida en El.

Vivimos en un mundo que pretende organizarse como si Dios no le importara. Pero, como vemos manifestado en los problemas sociales de nuestra época, los sistemas que quieren poner a Dios entre “paréntesis” fracasan. Como el Papa Benedicto XVI ha dicho, un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza.

A pesar de nuestras faltas como cristianos, sabemos que solo en el Señor encontramos la luz y la salvación. Por eso el mundo necesita de nuestro testimonio de esperanza. Tenemos que ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en El tengan vida. Somos testigos de esa esperanza cuando vivimos de tal modo que enseñamos que la vida sí tiene sentido y da alegría cuando uno vive convencido de que Dios sí le importa.

Somos llamados a “Comenzar desde Cristo” para dar testimonio, como una comunidad de fe, esperanza y amor, de que Dios sí nos importa y porque Dios nos importa también nos importa el ser humano hecho a la imagen y semejanza de Dios.

Hacemos esto a través de las obras de misericordia. Misericordia significa: sentir con el otro sus miserias y necesidades y como consecuencia de esa compasión (sentir con) ayudarlo, auxiliarlo.

El catecismo da 14 obras: 7 corporales y 7 espirituales. Las obras corporales son:

1. Dar de comer al hambriento

2. Dar de beber al sediento

3. Dar posada al necesitado

4. Vestir al desnudo

5. Visitar al enfermo

6. Socorrer a los presos

7. Enterrar a los muertos.

Las obras espirituales son:

1. Enseñar al que no sabe

2. Dar buen consejo al que lo necesita

3. Corregir al que está en error

4. Perdonar las injurias

5. Consolar al triste

6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás

7. Rogar a Dios por vivos y difuntos.
 

 
Sin obras es una fe muerta. “Vivos en Cristo”, somos testigos de nuestra fe a través de estas obras de misericordia que nos llevan a una nueva esperanza.
El Papa Benedicto tiene razón: un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza. Gracias a nuestra fe católica, sabemos que Dios no nos abandona, El no nos deja solos. Gracias a nuestra fe católica sabemos que cada uno cuenta porque Dios ama a cada uno de nosotros. ¿Cómo podemos agradecerle a El por todo lo que nos ha dado? Todo lo que somos y todo lo que tenemos es gracias a El. Como dije al principio, ser cristiano no es un cargo, es un don, un don por el cual debemos ser agradecidos.

Mons. Thomas Wenski



SI ERES EL VISITANTE 10.000
IDENTIFÍCATE PONIENDO
TUS DATOS EN UN
COMENTARIO


Comentarios