cinco pasos para esa “lectura orante” de la Palabra de Dios


1) Lectura del texto, procurando entender qué dice en sí mismo. Para esto –como ya se ha apuntado más arriba– hay que conocer las circunstancias en que fue escrito, los géneros literarios, etc.  (Son de mucha ayuda las ediciones de la Biblia con notas explicativas y comentarios, como la Biblia de Jerusalén, la Biblia de la Universidad de Navarra).
           
2) Meditación, buscando qué nos dice ese texto a cada uno y a la comunidad cristiana, aquí y ahora.
           
3)  Oración: “¿Qué decimos nosotros al Señor como respuesta a su Palabra?”. Esta oración puede ser de petición, intercesión, agradecimiento y alabanza.
          
4) Contemplación: “¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor?”. Esto es lo que se llama “discernimiento” de la voluntad de Dios. Se trata de procurar identificarnos con Su voluntad, con la “mente de Cristo” y con la vida de Cristo.
           
5) Acción, pues la lectura de la Escritura tiene como objetivo que el creyente busque “convertirse en don para los demás por la caridad”. Este último paso es reflejo de lo que hemos señalado en el punto 1: quien de verdad sabe interpretar la Biblia es quien –gracias a la Eucaristía– la hace vida de su vida por el amor a Dios y a los demás, a través del compromiso y del servicio efectivo.

Comentarios