LA TIENDA DEL CIELO



Cierto día, alguien entró a un singular local que se llamaba "La Tienda del Cielo", al entrar bien con gran asombro que aquel lugar era atendido por ángeles, y que en los anaqueles se encontraban expuestos unos elegantes recipientes de cristal.

Entonces aquella persona se acercó a los recipientes y pudo ver en ellos las etiquetas de lo que contenían, y así leyó con asombro: Misericordia, Paz, Sabiduría, Paciencia, Fortaleza, en fin, una larga lista de productos de este tipo. Y así, de esta forma aquella persona comprendió que lo que vendía aquella tienda no eran bienes materiales, sino más bien cualidades, virtudes y dones espirituales.

El visitante prosiguió su recorrido y después de pensar un poco, hizo un inventario de lo que consideró eran sus propias virtudes y de esta forma descubrió sus carencias.




Se dio cuenta que estas últimas eran muchas y aprovechando que estaba ahí procedió a hacer su pedido; decidió llevar "Oración" -pues hacia tiempo la suya era muy pobre-, llevaría también "Humildad" -que ya desde ese momento, estaba haciendo su efecto-, agregó a su pedido un poco de "Caridad" y por último llevaría "Consejo", aunque al final recapacitó y lo cambió por "Prudencia".

Finalmente, nuestro personaje se dirige a la caja con la intención de pagar su compra, y nuestra historia, en esta ocasión tendrá dos finales.

El primer final dice así:

Al llegar a la caja, nuestro personaje le pregunta al ángel que la atiende: "Todo esto es lo que me hace falta, ¿cuánto tengo que pagar?", y el ángel, dirigiéndole una tierna mirada, le responde: "No es nada, todo esto que lleva ya está pagado; al morir en la cruz, Jesús mismo lo ha pagado por ti".

El segundo, no menos bello además de ilustrativo, es:

Al llegar a la caja, nuestro personaje le dice al ángel que la atiende: "Esto es lo que voy a llevar, todo esto es lo que me hace falta". El ángel recibe la hoja de pedido en la que nuestro personaje ha anotado lo que llevará y disculpándose, va a surtir lo que en ella se ha enlistado.
Momentos después, el ángel regresa con un diminuto paquete que coloca sobre el mostrador. Nuestro personaje sorprendido le pregunta: "¿Eso es todo? Pero si he pedido varias cosas, algunas de ellas bastante importantes, yo imaginaba que me llevaría un gran paquete". A lo que el ángel, dirigiéndole una tierna mirada, le responde: "Efectivamente, en este pequeño paquete se encuentra todo lo que ha pedido, lo que sucede es que aquí todos los dones se dan en semilla, se colocan en el corazón y con el tiempo, después de regarlos y cultivarlos es que darán su fruto".






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