La Santa Cruz


La devoción y el culto a la Santa Cruz donde Cristo dio su vida por nosotros se remonta a los primeros cristianos.

Se comenzó a festejar el aniversario del día en que se encontró la Cruz de Nuestro Señor, gracias al interés de Santa Elena, madre de Constantino.

Luego, a principios del siglo VII los persas saquearon Jerusalén y se apoderaron de las sagradas reliquias de la Santa Cruz, que serían recuperadas pocos años más tarde por el emperador Heraclio.

Cuenta una piadosa tradición que el emperador, vestido con las insignias de la realeza, quiso llevar (en exaltación) la Cruz hasta su primitivo lugar en el Calvario, pero su peso se fue haciendo más y más insoportable. Zacarías, obispo de Jerusalén, le hizo ver que para llevar a cuestas la Santa Cruz debería despojarse de sus vestidos reales e imitar la pobreza y humildad de Jesús. Heraclio con pobres vestidos y descalzo pudo así llevar la Cruz hasta la cima del Gólgota.

En la fe católica LA CRUZ es un signo, una figura, señal o símbolo que representa el sacrificio salvador de Jesucristo, todos sus padecimientos hasta llegar a la muerte en una cruz.

En realidad los palos materiales que forman la cruz en que Cristo fue sacrificado no interesa mucho. Lo que realmente vale es el sacrificio salvador de Jesucristo. Si Cristo no hubiera muerto en una cruz, seguramente que los cristianos no nos fijaríamos para nada en la cruz.


La cruz es una señal o símbolo que tiene un significado muy concreto y preciso: representa el sacrificio salvador de Jesucristo, y cuando los católicos honramos la CRUZ, en realidad estamos honrando a Cristo que sufrió para salvarnos. San Pablo dice: "Hizo Cristo la paz al reunir a los dos pueblos en él, creando de los dos un solo hombre nuevo. Destruyó el odio y los reconcilió con Dios por medio de la cruz..." (Ef. 2, 15-16).

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