SIMBOLISMO DE LOS NÚMEROS -y3-


El Ocho


El simbolismo del número ocho es específicamente cristiano; los evangelistas usan este número como símbolo del mundo definitivo, más allá de la primera creación (el «siete»).
Al ser ocho las bienaventuranzas de Mateo (5,3-10), alude precisamente a la realización en la tierra del reino de Dios, realidad del mundo futuro.
Paralelamente, la datación «a los ocho días» en que se verifica la transfiguración en Lucas (9,28) indica que Jesús va a manifestar a los discípulos la realidad definitiva del Hombre, más allá de los límites del mundo presente.
La misma datación «a los ocho días» señala en el Evangelio de Juan la segunda aparición de Jesús resucitado a los discípulos (Jn 20,26) e indica el carácter pleno y definitivo del tiempo mesiánico, la presencia en la historia de la realidad futura; completa así el carácter de novedad y principio indicado por la denominación “el primer día de la semana» (20,19).


El Doce


El doce toma su sentido simbólico de los doce meses; como el siete, es también originalmente un número astronómico, pero en el AT no queda rastro de esta concepción.
Lo mismo en el AT que en tiempo de Jesús, el doce simboliza la unidad y totalidad del pueblo elegido ; entraba así como elemento esencial en la perspectiva escatológica, cuando Israel, como pueblo de doce tribus, había de ser restaurado.
El punto de origen para el número doce como símbolo de Israel se encuentra en el número de los hijos de Jacob (Gn 29,31-30,24). De ellos derivan las doce tribus (Gn 49,28: «Estas son las doce tribus de Israel»), que constituyen la totalidad de Israel. Toda la historia de este pueblo se remite al número doce constitutivo; a él aluden incluso las vestiduras sacerdotales (Éx 28,21: «[El pectoral] llevará doce piedras, como el número de las tribus israelitas»).
El número doce lleva consigo cierta connotación teológica: las doce tribus representan la condición del pueblo judío tal como la quiere el Dios de la alianza (Éx 24,4: « [Moisés ] levantó un altar a la falda del monte y doce estelas por las doce tribus de Israel»; cf. Jos 4,3ss; 1 Re 18,31: « [Elías] reconstruyó el altar del Señor...: cogió doce piedras, una por cada tribu de Israel, etc.»). El número doce se hizo así símbolo de la situación ideal de Israel, aun cuando las circunstancias políticas no correspondieran a ella.




A veces, cuando un evangelista quiere evitar que se atribuya valor simbólico a los números, pone un valor aproximado. Marcos, por ejemplo, señala que los cerdos que se despeñaron eran «unos dos mil» (Mc 5,13), queriendo indicar solamente un número considerable. Lo mismo Juan, al señalar la gran capacidad de las tinajas en la boda de Caná (2,6 lit.: «de dos o tres metretas cada una», entre ochenta y cien litros) o cuando nota la notable distancia de la orilla a que se encontraba la barca de los discípulos (6,19: «habían ya remado unos veinticinco o treinta estadios», unos cinco o seis kilómetros).


Por último, una cifra aproximada para indicar la escasa distancia que mediaba entre Betania y Jerusalén (Jn 11,18: «unos quince estadios», unos tres kilómetros).

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