SIMBOLISMO DE LOS NÚMEROS -2-


El Cinco y sus múltiplos


El número cincuenta simboliza la comunidad del Espíritu; así aparece en el AT, donde los grupos de profetas se componen de «cincuenta hombres adultos» (1 Re 18,4: « [ Abdías ] cogió a cien profetas y los escondió en dos cuevas en grupos de cincuenta»; cf. 18,13; 2 Re 2,7: «También marcharon cincuenta hombres de la comunidad de profetas»).


Por otra parte, en los Hechos de los Apóstoles, el Espíritu baja sobre los discípulos de Jerusalén el día «quincuagésimo” , significado de la palabra « Pentecostés» (Hch 2,1-4).


En Mc 6,38 par. son cinco los panes distribuidos por Jesús, y los reciben cinco mil « hombres adultos» (la misma denominación figurada usada para los profetas del AT, que índica la plenitud humana que produce el Espíritu); así se lee en Mc 6,44 par.: «Los que comieron los panes eran cinco mil hombres adultos», señalando que el Espíritu/amor se ofrece y se recibe con el pan (cf. Jn 6,33).


El Seis


En relación con el «siete», que simboliza la totalidad determinada, el seis es a menudo el número de lo incompleto. Unas veces lo incompleto equivale a lo ineficaz, como aparece en Jn 2,6, donde las seis tinajas están vacías, significando que, a pesar de sus promesas, la purificación ritual de la religión judía no restablecía la relación con Dios; otras veces lo incompleto es aquello que espera y anuncia lo completo: así, Ja hora sexta» describe la entrega de Jesús en su aspecto de muerte ( Jn 19,34), pero que ha de culminar en la resurrección; «el día sexto” es el de la actividad de Jesús, que ha de terminar con la creación del hombre ( Jn 12,1). Las seis fiestas que aparecen en el Evangelio de Juan anuncian la Pascua definitiva, en la que se comerá la carne del Cordero de Dios (19,28-30).


El Siete


El significado cualitativo dado al número siete en toda la historia de las religiones puede tener su explicación en el asombro sentido en los orígenes por la regularidad del paso del tiempo en períodos de siete días, siguiendo las cuatro fases de la luna y, secundariamente, por otras observaciones astronómicas.


Parece que el hombre primitivo no percibía el tiempo como una secuencia lineal y sólo lo aprehendía como períodos; por eso el «siete» se convirtió en símbolo del período pleno y perfectamente completo. En Babilonia, el siete era sinónimo de plenitud totalidad; lo mismo en hebreo, siete denota plenitud (Prov 3,10: «Y tus graneros se colmaran [lit. “se llenarán siete”] de grano»). Consecuentemente, el siete es también el símbolo de la perfección.


El AT adoptó muchos de los significados simbólicos del número siete: es el número de lo completo, de la totalidad determinada o definida; de ahí el «sábado», que indica el descanso que sigue a la creación acabada; las fiestas que duraban siete días (Lv 23,34: «Comienza la fiesta de las Chozas, dedicada al Señor, y dura siete días»); la completa purificación se efectuaba con una séptuple aspersión de sangre (Lv 16,19: «Salpicará la sangre con el dedo siete veces sobre el altar»); la séptuple venganza es la venganza completa (Gn 4,15: «El que mate a Caín lo pagará siete veces»); Dios lo ve todo con siete ojos (Zac 4,10: «Esas siete lámparas representan los ojos del Señor, que se pasean por toda la tierra»); en la edad de la salvación, el sol brillará siete veces más (Is 30,26: «La luz del Ardiente será siete veces mayor»); la vida plena del hombre son setenta años (Sal 90,10: «Aunque uno viva setenta años y el más robusto hasta ochenta...»; Is 23,15: «Tiro quedará olvidada setenta años, los años de un rey»).


Un múltiplo de siete es un número redondo que incluye la totalidad (Gn 46,27: “La familia de Jacob que emigró a Egipto hace un total de setenta»; Jue 20,16: «En todo aquel ejército se alistaron setecientos hombres escogidos»). En proverbios, «siete» puede significar «todos» (Prov 26,16: «El holgazán se cree más sabio que siete [ todos los] que responden con acierto»).


«Setenta” años duró la deportación a Babilonia (Jr 25,11: «Las naciones vecinas quedarán sometidas al rey de Babilonia durante setenta años»); en Dn 9,24, setenta semanas de años representan el plazo en que habría de efectuarse la salvación mesiánica («Setenta semanas están decretadas para tu pueblo y tu ciudad santa»). Setenta ancianos se eligen para ayudar a Moisés (Nm 11,16: «Tráeme setenta ancianos, etc.»).


Según la concepción judía, vivía en la tierra un total de setenta naciones, idea basada en la tabla de Gn 10, donde se enumeran 70 pueblos (LXX: 72) (cf. Dt 32,8: «Trazando las fronteras de las naciones, según el número de los hijos de Dios»); de ahí procede el número simbólico de los “Setenta» traductores de la Biblia hebrea en griego.


En los evangelios, las genealogías de Jesús en Mateo (l, 2-16) y Lucas (3,23-38), a pesar de sus diferencias, están basadas en el número siete: en Mt, tres grupos de catorce, es decir, seis septenarios: Jesús comienza el séptimo. Lucas cita 77 supuestos antepasados de Jesús, once septenarios; Jesús inaugura el duodécimo. Ambos evangelistas están interesados en el cumplimiento de la historia en la persona de Jesús Mesías: Mateo, en la historia de la salvación (desde Abrahán); Lucas, en la de la humanidad (desde Adán).


En el Evangelio de Juan, «la hora séptima», en la que se cura el hijo del funcionario (Jn 4,52 ), indica que la comunicación de vida es efecto de la muerte de Jesús; por oposición a «la hora sexta», que es la del rechazo y condena (19,14-16a), « la séptima» connota la entrega de Jesús como obra terminada fuente de vida.


«Siete» es la suma de los cinco panes y los dos peces (Mc 6,44 par.; Jn 6,9) e indica la totalidad del alimento poseído por la comunidad. En el segundo reparto se habla de «siete panes» (Mc 8,5 par.), indicando además con esto que están destinados a todos los pueblos.


Una persona poseída por siete espíritus (Mt 12,43ss par.) o demonios (Lc 8,2) está totalmente poseída.


Siguiendo la idea del AT de ios setenta pueblos que componían la humanidad, en Lucas, «Setenta» discípulos constituyen el segundo grupo misionero paralelo al de «los Doce» (Lc 10,1), representando la totalidad de los pueblos de la tierra. En Hch 6,3, «los Siete», en paralelo con «los Doce», representan a la comunidad helenística, abierta a todos los pueblos.
De modo semejante, «siete» son los discípulos presentes en Jn 21,1, que representan a la comunidad después de la resurrección de Jesús y participan en la pesca, es decir, en la misión universal. Por oposición a “doce», número de Israel, «siete» alude a la totalidad de los pueblos; designa en Juan a la comunidad de Jesús no como heredera de un pasado («doce»), sino como abierta al futuro.

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