PARÁBOLA DE LOS ÁRBOLES


Había en cierto país dos árboles. Un abeto y un arbolito frutal. En el mes de diciembre, cuando ya se aproximaba la Navidad, el abeto fue cortado y llevado al interior de una casa. Allí se le colocó en un lugar de importancia. El padre de la familia adornó cuidadosamente cada rama. Primero puso los foquitos de colores; después colocó todos los adornitos que se habían comprado, y por último puso los hilos de papel brillante. El árbol se veía muy hermoso, y todos lo admiraban, pero aunque se veía muy bello era un árbol sin vida. Cuando la época de la Navidad hubo terminado, también la hermosura de aquel arbolito se había acabado. Como era un árbol sin vida ya no podía servir para otra cosa, fue arrojado a la basura.


El arbolito frutal fue cuidado por el hortelano, y Dios envió el sol y la lluvia que lo hicieron crecer y convertirse en un árbol frondoso con raíces profundas que lo alimentaban y lo hacían cada día más hermoso. Día tras día el hortelano cuidó de aquel arbolito, lo abonó, lo regó y lo protegió contra los insectos dañinos. En el tiempo oportuno podó sus ramas. Él hizo todo lo conveniente para que aquel árbol creciera y llegara a dar buen fruto.


Soplaron vientos fuertes, pero el árbol quedó en pie. Aquel viento en vez de derribar al árbol, lo hizo más firme y fuerte. Pasaron algunos años y el árbol principió a dar mucho fruto, y el hortelano se gozó grandemente, pues su trabajo y esfuerzo estaban recompensados. Él había hecho la parte que le correspondía, y Dios le había dado el crecimiento haciendo que aquel arbolito se convirtiera en árbol fuerte y fructífero.


Si algún maestro tiene oídos para oír, oiga. Los dos árboles son alumnos; el padre y el hortelano son maestros. El uno decoró su alumno con grandes enseñanzas y verdades para que fueran contempladas, pero ellas nunca vinieron a ser parte de la vida del niño. El otro maestro trabajó de tal manera que las verdades que desarrolló llegaron a ser aceptadas por el alumno y formaron parte de su vida. Esto hizo crecer al niño espiritualmente, y aquellas verdades aprendidas llevaron mucho fruto en su vida.



FELICIDADES A


SILVIA Y ALEX

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