ORACIÓN PARA LA CUARESMA


Ayunemos de concupiscencias, de odios, de rencores, de prejuicios, de envidias, de orgullos, de imprudencias, de excesos.

Abstengámonos de ver TV, de hablar todo lo que nos apetezca, de mantener conversaciones superfluas, de descansar más de lo necesario, de posponer nuestras obligaciones, de escuchar a los enemigos de Dios, de desear lo que no necesitamos.

Sacrifiquémonos ciñiéndonos el cilicio del silencio, poniéndonos las cadenas de la templanza, vistiéndonos con el saco de la obediencia, apartándonos a la celda de la soledad, llevando con esperanza la cruz que el Señor a tenido a bien darnos.

Ofrezcamos a Dios el incienso espiritual de la alegría, la mansedumbre, la oración, la humildad y, por encima de todo, la caridad.

Y hagámoslo en el desierto espiritual del mundo en que vivimos, con la ayuda de María.

Nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo y todos los que nos rodean necesitan nuestro testimonio sincero y alegre; que nuestra fe y nuestras obras griten que Nuestro Señor es el Camino, la Verdad y la Vida.

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