NUESTRA SEÑORA DE LOURDES











El 8 de diciembre de l854 el Papa Pío IX había definido el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Como queriendo indicar que el Cielo ratificaba lo que había hecho en la tierra el Vicario de Jesucristo, el 11 de febrero, cuatro años después en l858, la Virgen María se aparecía a la niña Bernardita Soubirous. Y lo hacía durante dieciocho veces.

Ella nació en l844 y fue la mayor de seis hermanos. Era una chica sencilla, sin apenas preparación ni cultura, pues sus padres sumamente pobres, no pudieron enviarla a hacer estudios especiales.

En la tercera aparición, le dijo la Virgen María: "No te haré feliz en este mundo sino en el otro". Y lo cumplió. No fue en su vida -ni seglar ni religiosa- llevada en palmas, como se podría suponer. El calvario que esperaba a la pobre Bernardita no es fácil describirlo en pocas líneas. Sus parientes no le creyeron el relato de las visiones y le prohibieron volver a la gruta, pero impulsada por una fuerza interior, allí acudió y allí vió a la Virgen dieciocho veces.

Aquel humilde paraje de Lourdes pronto se hizo famoso en todo el mundo. Empezaron a acudir peregrinos venidos de todas partes.

Es uno de los Santuarios más visitados y más venerados de todos los continentes. Allí han ido descreídos y han encontrado la fe.

Enfermos de cuerpo y alma, y han hallado la salud para ambas cosas o para una de las dos.

Allí se respira una gran devoción, la Presencia de Jesucristo en la Eucaristía, del amoroso perdón y de la actividad de la Mediadora de todas las gracias.

Son muchos los milagros que desde la Gruta de Massabielle obra la Virgen María, a cuantos acuden a Ella.
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