EL ENIGMA DE LAS ESTRELLAS


La bandera Europea esconde una historia que no tiene nada que envidiarle a las intrigas de Dan Brown. La Unión Europea prefiere las explicaciones de repertorio, pero un lector avezado podrá encontrar la clave.
La versión oficial sobre el origen de la bandera europea luce el artificioso sello de los estribillos comunitarios. El círculo de estrellas doradas sobre fondo azul, según el sitio web de la Unión Europea, “es símbolo de unidad e identidad“. Y representa -cantan los ecos institucionales con la pompa acostumbrada- “la solidaridad y la armonía entre los pueblos de Europa”. Sin embargo, cuesta creer que en plena fiebre de la literatura de la conspiración, a uno le despachen con frases de repertorio y se quede tan ancho.

Los 80 millones de lectores que se bebieron los enigmas de Dan Brown y las legiones de peregrinos literarios que se acercan hasta Milán para descifrar en persona los secretos que esconde La Última Cena de Da Vinci se merecen una explicación convincente. Porque la bandera que ondea en ayuntamientos y edificios públicos es, sí, un símbolo. Y los 500 millones de habitantes de la Unión Europea tienen derecho a descodificar este misterio.

La primera incógnita reside en el origen de la enseña blanquiazul. En 1950, el Consejo de Europa convocó un concurso para elegir su bandera. Presidía el jurado un judío belga con nombre de patriarca. Lévy, que quiso ver en los colores -las estrellas en la bandera original eran blancas- un reclamo para el recién nacido Estado de Israel, y sentenció a favor de un don nadie. Y las doce estrellas hicieron fortuna gracias a Arsène Heits, aquel pintor anónimo que no dio más explicación al número de estrellas que el símbolo de plenitud.

Tiempo después, el Consejo Europeo, satisfecho con su divisa, invitó a las otras instituciones europeas a adoptar la bandera como suya. El Parlamento Europeo aceptó la sugerencia en el año 83 y en el 85, la bandera fue adoptada por todos los jefes de Estado y de Gobierno de la UE como emblema oficial de la Unión, por aquel entonces todavía llamada Comunidad.

Años más tarde, el 29 de octubre de 2004, la bandera aposentó sus doce estrellas sobre el Tratado Constitucional firmado en Roma. Pero a aquel texto le esperaba un periplo de varios años de gresca institucional hasta que entraría en vigor (el pasado 1 de diciembre de este año, por cierto).

Con el contundente y democrático “no, gracias” de Francia y Holanda al Tratado, comenzó el largo camino hacia Lisboa. Y la bandera no resistió el envite. Prevalecería la tesis de que la bandera, lejos de ser símbolo de transparencia y claridad, estrangulaba los símbolos estatales e impregnaba e la Unión Europea de un cierto tufo a superestado. Quienes defendieron la importancia de la bandera como símbolo entonces, delatan la inconsistencia de aquel argumento: “¿Acaso el hecho de que el equipo del Real Madrid tenga su bandera lo convierte también en superestado?”, pregunta con sorna el histórico eurodiputado Íñigo Méndez de Vigo.

Doce son los meses del año y las horas del reloj. Y los hijos de Jacob. Y los apóstoles. Y las puertas de Jerusalem celestial. Todo era mera conjetura hasta que, en 2004, casi cincuenta años después de su creación, Heits explicó en una entrevista que su diseño había bebido en fuentes bíblicas. Se había inspirado en la descripción de “una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza“, recogida en el capítulo número 12 del Apocalipsis.

“Inspirado por Dios -confesó el artista-, tuve la idea de hacer una bandera azul sobre la que destacaran las 12 estrellas de la Inmaculada Concepción de Rue du Bac. De modo que la bandera europea es la bandera de la madre de Jesús que apareció en el cielo coronada de 12 estrellas”. (Se refería a la visión que, en pleno éxtasis, tuvo la religiosa francesa Catalina Labouré en 1876 en la Rue du Bac de París).

Mientras los mensajes ocultos de la bandera Europea hablan con elocuencia, la Unión Europea camina tranquila hacia el laicismo tras una bandera que evoca visiones marianas. ¿Será también casualidad que el diseño de la bandera fuera aprobado por el Consejo de Europa el 8 de diciembre de 1955, festividad de la Inmaculada Concepción? El portal oficial de la Unión Europea no tiene la respuesta.

Macarena Lora. ALBA DIGITAL

¿ SE ATREVERÁ ALGUIEN A PEDIR SU RETIRADA DE LOS CENTROS PÚBLICOS, COMO HAN HECHO CON EL CRUCIFIJO?



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