Semana Santa y Coronavirus



Estamos en vísperas de la Semana Santa más  vacía de toda mi vida. Una Semana Santa sin santos, sin cofradías, sin procesiones, con los oficios en las iglesia  vacías, sin viajes sin turistas, ni turismo, sin libertad para salir  a la calle, muchos  sin salud y sobrados  de miedo la mayoría,  amenazados por una economía que  se tambalea. Y todos con la pregunta de  cómo vamos  a salir de esta situación penosa que nos amenaza.
¿Qué nos queda en pie, además de los miedos y peligros que nos amenazan?  A las víctimas del coronavirus y sus familias, salir de esta situación cuanto antes. A otras muchas  gentes, pasar estos días lo mejor posible. Y para quienes tenemos creencias religiosas, además  de lo dicho, ¿qué  nos  queda? A los creyentes y a todas las personas  de buena voluntad, nos queda asistir  a los oficios desde nuestras casas y nos  queda sobre todo el Evangelio. Que nos explica la razón de ser y lo esencial  de la Semana Santa. Porque  una Semana Santa que no tiene en cuenta el Evangelio de la pasión de Jesús, es como un banquete presentado  con platos elegantes, camareros  de  etiqueta y música de ensueño, pero un banquete en el que  no se les da ni un garbanzo crudo a los comensales.
La traición de Judas, la cobardía  de Pedro, la condena  a la peor muerte del que fue  ejecutado que pasó  por la vida haciendo el bien, la  ambición de los sumos sacerdotes, que convirtieron la casa de oración en una cueva  de bandidos, la agonía  de Jesús, que le tuvo miedo a la muerte y al fracaso, como nos sucede  a todos los mortales, que dio la vida por todos nosotros, la presencia de aquellas buenas mujeres que estuvieron cerca  de Jesús  hasta que lo enterraron, el sufrimiento  de su Madre…. Y así tantas y tantas cosas en la que ni pensamos, porque  queremos estar descansados.
Muchas  cosas podemos pensar en esta extraña Semana Santa. Ante  todo, pensemos en que “Jesús aceptó la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado”. Lo que nos viene a decir que este mundo tiene arreglo, no porque triunfamos sobre los débiles y nos imponemos a ellos, sino porque tenemos voluntad y aguante por muchos que sean nuestros fracasos.

Algo positivo va  a tener el coronavirus: obligarnos a pensar en serio y a fondo en lo más negativo y oscuro que tiene esta vida.


Antonio

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