He aquí el testimonio
de una persona con cáncer, procuro utilizar lo más fielmente sus palabras.
“Aparentemente, he vencido al cáncer. Mi dolor ya se ha acabado. Pero no es esta la parte más
interesante de la historia.
Lo más fascinante, al menos para mí, no es haber derrotado al
cáncer, sino haberlo aceptado antes de
machacarlo.
Durante varias semanas, luché contra el simple hecho de
saber que tenía cáncer. No podía
comprender que podría estar realmente enferma y que podría morir. Me parecía
indignante. Las personas como yo no tenían cáncer. Yo estaba por encima de todo
eso. Luchaba. Era terca.
Luchar contra la realidad de mi enfermedad me hizo estar
enferma emocionalmente. Estaba muerta de miedo, nerviosa, tensa. Al final
conseguí deprimirme: la muerte ocupaba todos mis pensamientos.
De repente, algo cambió, algo necesario. Una noche, le dije a
Dios: “De acuerdo, Señor, si este es el camino que deseas que tome, lo tomaré.
Acepto el cáncer. Acepto que permitas que tenga cáncer.
Después de eso, me
sentí como liberada de un gran peso, libre. Incluso sabiendo que mi vida podía
terminar en cualquier momento, disfrutaba del amor de Dios y de sus proyectos para mí.
Aproximadamente dos semanas después de que aceptara mi
suerte, me comunicaron que los resultados de todas las pruebas eran normales:
me había curado.
¿Coincidencia? Solo Dios lo sabe.
Me han convencido para que de este testimonio. El Señor me ha
regalado más tiempo en la tierra con mis hijos, mi marido, mi familia, mis
amigos. Me ha dado más tiempo para disfrutar de tantas cosas como Él nos regala
cada día.
Sí, me siento aliviada, ¿cómo no podría estarlo? Pero, lo que
es más importante, me he acercado a
Dios.
En esta vida debemos aceptar los obstáculos que el Señor nos
pone en el camino. Si luchamos contra ellos, seremos desgraciados y seguiremos
estando lejos de Dios. Gracias a Dios,
esta historia tiene un final feliz.
En mi casa, todo vuelve
a la normalidad. He vuelto a
cocinar, a hacer las tareas domésticas, a hacer deporte, a ir de compras (debo
admitir que ir de compras es la mejor parte, lo he echado mucho e menos). Me ocupo de mi
familia, de la misma forma que ellos se
ocuparon de mi cuando estaba enferma.
Y mi marido sonríe de
nuevo.
Ahora sonreímos todos al presente.
Antonio
Hoy Día 11 de Febrero la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo
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